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El uso de la toxina botulínica

Actualizado: 15 ago


Considerada un medicamento seguro en manos de profesionales capacitados, el uso de la toxina botulínica se realiza a través de un procedimiento mínimamente invasivo, con efectos adversos leves y transitorios.


El uso de la toxina botulínica ha crecido significativamente en la última década, especialmente en el tratamiento de la parálisis facial. Durante el 60º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial (SEORL-PCF) celebrado en Madrid, se destacó que este avance ha mejorado la calidad de vida de los pacientes, permitiendo tratar lesiones cutáneas y mejorando la funcionalidad en casos de parálisis facial. 


La parálisis facial, ya sea por causa médica, como la parálisis de Bell, o como consecuencia de la resección de tumores, puede dejar secuelas significativas en los pacientes. La toxina botulínica se ha utilizado con éxito para tratar las complicaciones de la parálisis facial y para inducir una ptosis terapéutica en el lado afectado, ayudando a mejorar la funcionalidad y la simetría facial. Este tratamiento no solo mejora la apariencia estética, sino que también alivia otros problemas; como la incapacidad de cerrar el ojo afectado, lo que previene pérdida de visión, y la dificultad para cerrar la boca, lo que reduce la probabilidad de derramar líquidos.


Además, su aplicación se ha extendido a la otorrinolaringología (ORL), donde se utiliza para tratar diversas patologías de la cabeza y el cuello.


Estas son algunas de las aplicaciones en ORL:


  • Bruxismo y trastornos de la Articulación Temporomandibular (ATM)

La toxina botulínica también se utiliza en trastornos de la ATM y el bruxismo. Estos problemas, que pueden causar dolor facial y desgaste dental, se benefician de la capacidad de la toxina para reducir las contracciones musculares involuntarias. Es un problema que compete a dentistas y cirujanos maxilofaciales, y profesionales del sueño: neurólogos, otorrinolaringólogos, psicólogos, entre otros.


La toxina botulínica ha demostrado ser un tratamiento eficaz para disminuir el dolor craneo-facial asociado al bruxismo y también en disminuir la hipertrofia de los músculos maseteros y temporales, devolviendo la forma adecuada al rostro, que se puede ver afectada por esto.


  • Rinitis

En casos seleccionados, la toxina botulínica se ha usado para tratar la rinitis alérgica y

vasomotora. La inyección en los cornetes nasales ha mostrado ser efectiva para reducir los síntomas en pacientes que no responden a los tratamientos convencionales.

En resumen, la seguridad y la eficacia de la toxina botulínica, combinadas con la continua investigación y la formación adecuada de los especialistas, aseguran que será una herramienta de tratamiento valiosa y en constante evolución en el campo de la otorrinolaringología.


  • Parálisis facial


Se usa para tratar asimetrías evidentes por debilidad y falta de tono en el lado de la cara afectado, se puede tratar la caída de la ceja del lado de la parálisis, camuflar las arrugas frontales del lado contrario al paralizado, disminuir la prominiencia del surco nasogeneano del lado sano, ya que del lado enfermo puede estar borrado.

 Hiperactividad, sincinesias y espasmos: movimientos en bloque e involuntarios que se producen por una reinervación (reparación) aberrante del nervio. Pueden aparecer espontáneamente (espasmos) y al mover otro músculo (sincineas, por ejemplo que se mueva la boca al cerrar los ojos).


  • Disfonía Espasmódica y Distonía Cervical

La toxina botulínica A es la primera línea de tratamiento para la disfonía espasmódica, una alteración de la musculatura laríngea que causa una voz entrecortada. También se utiliza para tratar la distonía cervical, una condición que provoca contracciones musculares dolorosas en el cuello. La evidencia clínica respalda su efectividad en estas patologías, proporcionando alivio significativo a los pacientes.


  • Sialorrea y Temblor Laríngeo

En el manejo de la sialorrea, la toxina botulínica ha mostrado buenos resultados. Este trastorno, que implica una salivación excesiva, puede ser controlado mediante la inyección de toxina en las glándulas salivales. Asimismo, el temblor laríngeo, que afecta la fluidez y el tono de la voz, puede ser tratado eficazmente con la toxina botulínica.





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